Hace menos de veinte años, el barcelonés Canódromo de la Meridiana cerró debido al aumento de los impuestos sobre las apuestas. Era el único que quedaba en activo en todo el Estado desde principios de siglo, y, por lo que parece, en el momento de clausurarlo había unos seiscientos galgos malviviendo en las perreras de Santa Coloma donde se guardaban los animales mientras no competían. Si os paseáis por los barrios aledaños, no será raro que os crucéis con descendientes de los ejemplares que acogieron algunas personas de la zona en una campaña para salvar a estos animales de ser enviados a otros países o sacrificados si ya no daban más de sí.

 

Precisamente, en esta estremecedora obra, Lluïsa Cunillé ha decidido interrogarse sobre nuestra humanidad a través de esta delicada raza de perros sin demasiado pelo, muy apreciados por su gran fortaleza y voluntad, pero que a su vez hay que abrigar en invierno con alguna pieza de ropa para que no pasen frío.

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Cuidado con El perro, que muerde.